domingo, 14 de junio de 2009

El SILENCIO COMUNICATIVO DE LOS GESTOS



Por JOSÉ MORALES MANCHEGO


El ser humano utiliza para comunicarse, desde los más simples toques, pasando por los signos, símbolos, palabras y con­ductas, hasta los más avanzados y moder­nos sistemas que, a través de sofistica­dos ordenadores y máquinas electróni­cas, facilitan la relación interpersonal. Una de las más elementales formas de comunicación la constituyen los gestos, ese lenguaje silencioso, pero de tanta significación, con el que, sin mediar pa­labras, se pueden anteponer barreras o abrir espacios a una relación laboral, po­lítica, de amor o de amistad. En ese sen­tido, se puede decir que un gesto acerca o aleja. De ahí que muchas veces una mirada basta para establecer limitacio­nes; pero también, muchas veces, una mirada es suficiente para despejar el camino hacia la ilusión buscada. Si nos remontamos en el tiempo, fácilmen­te podemos intuir que los seres humanos de las primeras edades se comunicaban con gestos. En esa forma se dieron los primeros diálogos de los recién encontra­dos habitantes del maravilloso mundo, donde se originó el homo sapiens. Lo mismo sucedió en el Nuevo Continente, cuando el abismo de incomunicación que separaba a indígenas y europeos fue alla­nado por los gestos, hasta que las lenguas extranjeras se ense­ñorearon sobre los valles, las montañas, los llanos y los riscos, constituyéndose en un elemento de destruc­ción de las lenguas aboríge­nes en territorios amerin­dios.
La acción social más importante que tienen los seres humanos es la comuni­cación. Ella es indispensable en toda ex­periencia que se lleve a cabo entre perso­nas. Hombres y mujeres la utilizan para entenderse acerca de algo y realizar sus distintas actividades en el mundo de la vida. En otras palabras, los diversos ti­pos de acción social necesitan de la co­municación como metalenguaje que sirve para explicar, manifestar, anunciar, no­ticiar, dialogar, propagar y muchas cosas más.


Los gestos generalmente son de fácil inter­pretación. Es cierto que algunos son extra­ños e indescifrables, como el de la "Gio­conda", el retrato más famoso de toda la historia de la pintura, que sobresale no sólo por su innovadora técnica, sino por el misterio de su sonrisa legendaria. Pero hay también muchos gestos convenciona­les, que pasan por encima de las diferen­cias culturales para expresar alegría, pena, furia, asco, sorpresa o miedo. Por eso se dice que en el silencio el cuerpo humano habla. En ciertas ocasiones, sentarse o pararse en un sitio determinado, o no cumplir una cita y dejar la silla vacía, son hechos suficientes para comunicar deseos o sen­timientos, ante los cuales las palabras y las letras resultarían menos elocuentes. Estos ejemplos nos muestran la impor­tancia de los gestos, los cuales juegan un papel fundamental, no sólo en las rela­ciones interpersonales, sino también en los grandes acontecimientos de la vida nacional e internacional. Por tanto, es necesario saber descifrar ese lenguaje, para comprender mejor las intenciones que compendia. Lo ideal sería que siempre se usara para proporcionar satisfacciones o placeres; pero como sa­bemos que no siempre ocurre así, cuan­do los gestos impliquen disgustos, no se debe dejar la intriga abierta. En estos ca­sos, el diálogo es el camino sugerente pa­ra evitar que estalle un conflicto bajo el silencio comunicativo de los gestos.

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