lunes, 8 de febrero de 2021

De mi universo a tu espíritu

 

Prólogo

El libro de Silvia Patricia Miranda contiene enseñanzas y misterios más allá del velo musical de las palabras. Tiene vestigios del saber filosófico que busca el acceso a lo íntimo y sagrado de la verdad como esencia oculta de la naturaleza y del espíritu.

En esa búsqueda, Silvia ha volado como un cisne sobre los mares para engullirse el mundo y exhalarlo en la poesía. Viajera incansable.  Ha recorrido valles y montañas, riscos y acantilados, para sentir de cerca los dolores de la tierra.   A ritmo de sueños y esperanzas aprendió a ensimismarse en las doctrinas orientales y a quedarse extasiada en la belleza de natura para llegar a la noción de lo supremo. Por eso el primer capítulo del libro tiene el ingrediente temático de ahondar en el origen y evolución del cosmos presentado con la intensidad rítmica del verso.  En su poema “La grandeza de lo simple” se palpa la Divina Esencia encarnada hasta en las pequeñas cosas.  He aquí el cantar de la poeta viajera cuando dice: “En el navío del saber he anclado mi bandera / y la luz de la verdad la engrandeció;/ he descubierto a Dios en una roca/ y al hacerlo, / él también me descubrió”/.

Entonces la poetisa deja los celestes prados y se sumerge en el vértigo de su propia existencia para seguir cantando, “en esta vida sin razón”, a la soledad y a la tristeza, donde se topa con “un dios  entristecido por su yermo vacío”. Ahí, al pie de su pedestal, le canta al “amor,/ esquiva chispa que se oculta/ detrás de la ternura, la inocencia o el perdón”. Luego le canta a la muerte y da lecciones de vida para llegar al ámbito solariego a recrear momentos familiares y seguir la búsqueda interior, tratando de aliviar el dolor personal y el dolor colectivo con lágrimas que lavan el alma y versos que son terapias para moldear el espíritu.

Entusiasta y osada, Silvia es una poeta naciente que se acerca al ideal de lo bello. Con este libro, la poeta se embarca en su velero de ensueños para reconocer los valores del universo y dejar que las musas suelten sus lágrimas para convertir  los dolores en versos.

José Morales Manchego

27 de diciembre del 2020