Prólogo
El 21 de noviembre de 1947, en
el Hospital San Juan de Dios de Magangué, en medio del asombro de galenos y el
murmullo de oraciones, el amor llenó el quirófano y en acto milagroso nació
Socorro Santis de Ávila. Su niñez y su
juventud se llenaron con los momentos familiares de gran esplendor, donde se
compartían narraciones, leyendas, cantos y piadosas oraciones envueltas en volutas de
incienso, que se elevaban al cielo en medio del calor de los cirios fulgurantes.
Tales circunstancias abonaban
el terreno para la existencia de una vida religiosa. En efecto, Socorro Santis
de Ávila es una mujer de estricta religiosidad, ocupada en tallar ensueños y
plantar acciones espirituales en medio de una sociedad enseñoreada en lo material,
con su cortejo de ambiciones, de elementos alucinadores y de falsos ídolos.
Con el entusiasmo que la
caracteriza ha grabado 19 canciones orquestadas, 13 de las cuales son de su
autoría, presentadas algunas en escenarios nacionales e internacionales.
En el año 2013 publicó su
libro titulado “Padre Nuestro Universal”, una obra que la puso en el camino del templo donde oficiaron los grandes
místicos como San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Santa Teresa de Jesús.
Hoy sale a la luz pública su
segunda obra titulada: “…y de la nada, todo fue”, trabajo literario que se
halla compenetrado del espíritu fulgurante de la Biblia, donde flamea la más
alta manifestación de la poesía religiosa, con la cual Socorro tiene una
identidad de esencia.
El título del libro ya de por
si merece la atención por su contenido poético y sus implicaciones simbólicas:
“… y de la nada, todo fue”.
Es de anotar que los puntos
suspensivos, antes de una frase, indican
algo existente más allá. Ese algo, en este caso, puede ser un principio
creador; puede ser el universo suprafísico de seres intangibles, o puede ser un espacio de discusión creado
por la poetisa para visualizar la nada y darle sentido de tolerancia al
encuentro de la Ciencia Física y los pensadores de todo tipo, que investigan
sobre el “antes del Universo”, concebido ancestralmente como un vacío oscuro
con ausencia de toda paríicula.
En el libro: “… y de la nada,
todo fue”, los versículos del Génesis florecen en versos de expresión sonora sin
tanto refinamiento:
“De sempiternas tinieblas/ irrumpe/ la luz/ … y era la noche, / y fue/
el día/”.
Más adelante dice la poetisa
sobre el acto creador de luminarias celestes: “El día…/ claridad de Sol/ pedía./ Y mañanero resplandece/ cual
misionero de luz.//
La
noche,/ con farol de Luna llena/ y danzarinas estrellas,/ a las sombras
desafió.”/
De esa manera la creación del
mundo se vuelve una sinfonía, donde la melodía de los versos parece llegar en
forma de pájaros, aves canoras, cigarras y corceles alados, en medio de lirios
y jacintos florecidos, que hacen más deliciosa, sutil y tierna la voz de Eva cuando
incita al marido a hincar sus dientes sobre “el fruto sabio”. Es este un momento verdaderamente bucólico en
un paisaje romántico de tentador encanto. Socorro representa ese momento en el
poema “El Universo sonríe”, el cual va diciendo al son de la melodía:
“Él y ella/
en la maraña del Paraíso/ se observan./ Sus manos palpan,/ una y otra vez,/ sus
cuerpos.// Dueños del tiempo/ degustan la placidez de la inocencia/ bajo el más
grande árbol/ pero no deben jamás…/ probar su fruto: / Y así lo hacen.// A su paso/ ronroneo de
fieras,/ manantiales en reposo,/ juego de brisas y palmeras/ celebran su
presencia”./
Ahora bien: en la lógica
religiosa de la Biblia surge el pecado y ha de nacer un mesías para redimir al
mundo. Entonces la poeta le canta al
nacimiento, pasión y muerte de Jesús, el redentor de la humanidad en el ámbito
de la cristiandad.
En sus vivencias místicas,
Socorro envuelve en la poesía aquel momento milagroso en el cual la Divina
Esencia estuvo presente en el parto de su progenitora, y por eso clama con
imperativo acento: “A ti te dio la gana…
¡Señor!/ de que yo viviera./
Y vivió Socorro, y su alma
presagiaba el connubio con la Divinidad. De ahí viene su declaración de amor,
en el poema “Enamorada de ti”, donde plasma la esencia mística de sus
composiciones, cuando dice: “En el
regocijo/ de mi silencio/ desnudo mi ser./ ¡Soy tu enamorada… Señor!//
Perfumada/
de tu presencia/ la premura del Cosmos/ se detiene.//
Un
glorioso sentir/ es/ felicidad pura/ fluye una oración:/ Gracias Dios mío./
He ahí una declaración de amor
nupcial a lo divino, para representar la entrega espiritual de la novia, como elemento
necesario en el ámbito de la poesía mística.
En fin, el libro …y de la
nada ¡todo fue! contiene la trama orquestal de la creación del mundo y su
evolución. El esplendor poético de la obra comienza con el Génesis y se
proyecta en el Nuevo Testamento para recrear un mundo plácido, donde se
desconoce el vértigo de la violencia. Pero el libro también está invadido de
sueños y recuerdos que muestran el periplo vital de Socorro Santis de Ávila,
hasta el atardecer de su existencia. Tal es el poema titulado: “Como me duele
estar vieja”, en el cual se representa un templo físico otoñal, que ya casi no puede con su
esencia espiritual, porque ese cuerpo de mujer alberga un espíritu cargado de energías,
dispuesto a deleitar con sus canciones y sus poemas de floración primaveral.
José Morales Manchego
Director de la Biblioteca Pública
Julio Hoenigsberg
Barranquilla, República de
Colombia
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