La Biblioteca Pública Julio
Hoenigsberg, la Gran Logia del Norte de Colombia y la sesquicentenaria Sociedad
Hermanos de la Caridad le franquean la entrada al XIII Gran Recital Arte in
Memóriam, evento que se realiza cada año para conmemorar a un personaje de la
región, que haya dejado en la Historia la huella perenne de sus intensidades.
El personaje escogido para este año
es el fundador del Colegio Americano, Adam Erwin, un salvado de las aguas
nacido en Irlanda, quien estuvo a punto de perecer en un naufragio, del cual
fue el único sobreviviente de los tripulantes del barco.
De ahí en adelante, buscando ensueños
de beatitud, abrazó el apostolado misionero y se dedicó a enseñar, muy lejos de
su tierra natal.
Hablar de Erwin es hablar del exilio
y por tanto del dolor que produce la separación y la ruptura de tipo existencial.
Pero el dolor, cuando vibra con pulsación de gloria, puede sublimarse en la
creatividad. Por eso Erwin pudo
volar a las alturas del recuerdo, en alas de la libertad, hasta edificar su
propia escuela y ofrecer la más bella de las oraciones para entrar en comunión
con los seres humanos en el altar de la
tolerancia y la fraternidad. La
escuelita que fundó oficiaba en una modesta casa de paja donde el distinguido
maestro enseñaba a los niños que no tenían acceso a los caudales del sistema educacional.
Erwin atendió la escuela hasta edad
avanzada. En los postreros años de su existencia, agobiado por las enfermedades,
entregó su proyecto educativo a la Iglesia Presbiteriana como probatura de su
trascendental y elevado pensamiento.
Erwin murió el 13 de marzo de 1898,
pero en su paso por la Tierra dejó una estela luminosa matizada por su espíritu
de servicio y sus valores ciudadanos. El náufrago del siglo XIX pudo emerger a
la vida en una especie de viaje iniciático, que lo condujo a su crecimiento
espiritual y a la creación de esa gran obra: el Colegio Americano, que lo
inmortalizó en la conciencia colectiva con la potencia de un sueño triunfal.
Por eso, el recital que hoy
inauguramos se titula: “Del exilio a la inmortalidad”.
Esta vez nos convoca la música y la poesía,
como elucubraciones del espíritu, que hacen furor en este lugar donde palpamos
con nitidez la fragilidad de la vida y sentimos la necesidad de dejar una obra
útil como recuerdo de nuestro paso por la Tierra.
Hoy, el resplandor de la palabra poética
estará a cargo de: Sonia Solarte Orejuela, Nora Carbonell, Margarita Galindo, Carmen
Cecilia Morales, Elvira Restrepo Perdomo, Miriam Castillo Mendoza, Astrid
Pedraza De La Hoz, Socorro Santis de Ávila, Rosa Peñaranda Castillo, Diana
Margarita Juliao Urrego, Nury Ruiz Bárcenas, Zuga Zucchini, Eduardo Rafael
Berdugo Cuentas, Frank Pereira Hennessey, Edgardo Ponce Sandoval, Tito Mejía
Sarmiento, Federico Santodomingo y Alberto Contreras Mercado.
Ellos con los acordes melodiosos de
la palabra encantada nos demostrarán que
“El verso pone en el corazón de la muerte la flecha palpitante de la
vida”, como dijera José María Vargas Vila en las vibrantes páginas de su Libre Estética[i].
Al frente de la partitura estará el
“Cuarteto Contratiempo”, integrado por los maestros del arte sonoro: Arthur
Díaz, Diana Mejía, Luvin Yanes y Jennifer Ramírez.
El arte de cantar, como forma elevada
del lenguaje, se expandirá en la atmósfera con el galope de las brisas y la voz
de la escritora Socorro Santis de Ávila, para cristalizar el vínculo de la
música con la poesía, y sentir el linaje del bolero y los acordes sostenidos
del verso.
Finalmente, al son de la agrupación
musical “Killa Band”, dirigida por el maestro Antonio Ramos Pulido, viviremos momentos
de intensidades sonoras en la propia dimensión del misterio.
Bienvenidos a este camposanto de la
libertad, orlado de lirios y acacias, que resaltan la majestuosidad del mármol y de las tumbas. En este ámbito
sacrosanto de paz, tolerancia y libertad, las galantes escenas del arte y las
bellas letras nos recuerdan que la salvación del hombre está en la cultura. Es
decir, en la creatividad.
Por tanto, en su paso por la Tierra el
ser humano debe ser útil y dejar una obra que lo inmortalice en la conciencia
colectiva de la humanidad. Eso fue lo que hizo Adam Erwin, quien llegó a
Barranquilla desde lejanas tierras, creó las bases materiales y filosóficas de
una institución educativa, y de manera fulgurante voló “del exilio a la
inmortalidad”.
José Morales Manchego
(Editorial del Poemario No. 12: Gran Recital Arte in Memoriam. Barranquilla, 22 de diciembre de 2017)
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