sábado, 5 de mayo de 2018

Aroma de sueños





Prólogo

Eduardo Rafael Berdugo, escritor de vehementes inclinaciones. Su natural impulso hacia las letras lo llevó, desde muy niño, a la mesa de redacción y luego a la dirección del periódico El Pensador, órgano informativo de los estudiantes del Colegio Americano de Barranquilla. En esa institución educativa cursó sus estudios secundarios y franqueó el umbral de la literatura para contemplar  los horizontes de un mundo mejor, donde galopen al unísono, el amor, la paz y la armonía.
En su deambular por la Tierra, Eduardo ha mostrado  su sentido dinámico de la vida.  De ahí la fecundidad de su existencia. Trabaja como profesional de la Sicología, ciencia que le ofrece un lenguaje simbólico que él utiliza para llegar al alma de las cosas y crear espacios de conocimiento henchidos de misterios.  Al mismo tiempo conjuga su vocación pictórica con el trabajo editorial, pero también lo vemos entusiasmado  puliendo textos o leyendo poemas en escenarios académicos y románticos, en los jardines y bulevares  o entre las tumbas y los mármoles del Camposanto de la Libertad.
En el año 2013 publica su primer libro titulado: Huellas etéreas, una colección de poemas, donde se vislumbra una perspectiva poética admirable, que le concede plenos derechos de poeta caribeño y lo pone a volar como “Gaviota de plata/  atravesando el sol”. Tales palabras centelleantes son los versos iniciales de uno de sus poemas, titulado: “Tus recuerdos”, poema que se encuentra anclado entre el denso brumal de su primera obra.
Su segundo libro, Aroma de sueños, que hoy sale a la luz pública, es una constelación de recuerdos, cuyas estrellas nos alumbran desde su lejanía en el tiempo a través de una memoria de poéticas evocaciones.
El libro consta de 10 temas, pero en verdad el tema central es la poesía misma en su dimensión compleja. De ahí que el lector acucioso  encontrará en sus páginas una filosofía de la vida, extraída de los recuerdos y vivencias,  y esparcida a través de la palabra encantada, que le da a la obra una existencia proyectiva. Es de anotar que el poeta no fragmenta el mundo. Al contrario, lo unifica para mostrar una visión ensoñadora de la realidad mediante la unidad estética de sus expresivas imágenes. En otras palabras, el mundo poético de Eduardo Berdugo se compone de un todo envuelto en una lírica de suave colorido, que abarca sueños personales para alimentar ilusiones y quimeras.
Tal vez para ganar simpatía y vestirse con su atuendo de poeta, Eduardo lleva casi siempre, en la parte derecha de su pecho, un saquito de seda carmelita con un lápiz negro y unas hojas de papel marchito.  El bardo mete la mano en el bolso y saca un poema titulado: “Camino marginal” y empieza a declamar:
“Yo soy el loco, el soñador, /quien crea sueños usando palabras/ y vuela alto para sentir sus aromas”. 
He ahí un poema de cara al infinito. Basta leer  sus tres primeros versos, y de inmediato se siente la altura de un poeta en contacto con las vibraciones cósmicas para ordenar a las energías invisibles que se manifiesten con el fin de ponerlas a su servicio y transformar la realidad en símbolos, metáforas y alegorías.
De esa manera, con una ensoñación lírica, Eduardo Berdugo explica como nace un poeta.  En efecto, “Nace un poeta” es el título de uno de sus poemas, que al son de su melodía va diciendo:
“Llegar al mundo/ solo aviado con lápiz negro y hoja blanca/ para consignar entre sombras,/ sentires ilegibles, distantes/ y sin la esperanza de saber/ si un día la luz verán”/.
A simple vista se palpan los avatares de un poeta luchando y apuntando hacia la esperanza de editar su obra. Pero si entramos en el torbellino mágico de las palabras se siente el aura del erotismo que se manifiesta como fuerza condensada entre los versos. En efecto, el lápiz y la hoja blanca es una dualidad que alberga la unidad entre lo activo y lo pasivo. En el plano erótico el lápiz y la hoja evocan lo masculino y lo femenino. Y si nos metemos en aguas profundas del poema, veremos el connubio del lápiz negro con la hoja blanca para producir un fruto en el enigma de las sombras. Esas sombras que se prestan siempre para el juego íntimo del amor crucial.
Aroma de sueños es una obra en la que el poeta muestra su alma, su mundo, su romanticismo y sus amores. Allí, en la página 17, encontramos “Efluvio lunar”, un poema donde la luna presta la metáfora para cantarle a la mujer amada de manera tierna, amorosa y sentimental.
Más adelante, en el poema No. 43,  el erotismo sutil aflora entre las  páginas del libro, florido y melodioso en las palabras:
Oigan esto: “Y pudiendo poseerte/ yo sólo besé todo cuanto podía besar/ y compartí la ternura de tus manos/ con la ávida inocencia de las olas”.
En el libro encontramos ilusiones, alegría de cascabeles, desamores y caudales de llanto, olores y recuerdos en medio de la soledad y del dolor del mundo. Es el periplo de la vida. Pero al final del camino, que es el final del libro, brillará una esperanza plasmada en el poema titulado: “De cómo construir la paz”, un poema en el cual el poeta se impregna de majestad e insiste con vehemencia:
“Si la paz de mí depende puede el mundo/ estar tranquilo”. Por razones de espacio sólo cito dos versos, pero la esencia del poema es la estrategia fascinante de la paz, porque el poeta inundará la Tierra de virtudes y la paz llegará volando con sus alas de seda.  Los seres humanos quedarán ligados para siempre en armonía y el progreso estará garantizado. La poesía controlará el futuro y el porvenir quedará abierto como el mar. Los jardines de la tranquilidad volverán a florecer y el poeta nos llevará a una aventura maravillosa donde la fantasía y los recuerdos nos envolverán con Aroma de sueños para navegar por un océano de amor y de ternura, donde la palabra se transforma en sinfonía.
José Morales manchego
Director de la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg
Barranquilla, República de Colombia
(Prólogo del libro: Aroma de sueños. Santa Bárbara Editores. Barranquilla, 2018).


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