domingo, 24 de enero de 2010

BOLÍVAR Y LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

JOSÉ MORALES MANCHEGO


En su artículo titulado "Determi­nantes psicológicos del Libertador Simón Bolívar", el psiquiatra Mauro Torres expresa lo siguiente: "La dro­momanía es una característica ino­cultable del hipomaniaco. Tiene la manía de desplazarse, de cambiar de sitio, de viajar, y Bolívar es el más grande dromómano que conoce la historia, pues vivió desplazándose, placenteramente, para satisfacer sus músculos y su espíritu sobrados y tensos, de una región a otra, de un país a otro, de Caracas al Potosí y del Potosí a Caracas, sin descanso, dejan­do atrás a Marco Polo, a Colón, a César, a Napoleón y a otros trashu­mantes de la tierra. Y fue esa dromo­manía, sin duda, la que, unida a su sed de gloria, determinó la orientación de la guerra de Independencia, abarcando inconmensurables exten­siones geográficas, cinco países en total"(1). Y más adelante continúa Mauro Torres: "Si hubiera tenido la virtud de la calma, menos ansias de espacios y caminos, y un ego no tan ancho y exigente, Bolívar se habría centrado en Venezuela y la Nueva Granada, pues la caída del Imperio Español era ya cosa de poco tiempo…(2).

La de Mauro Torres es una inter­pretación psicologista de la guerra de Independencia y del carácter que a la misma le dio El Libertador. No se necesita ser tan perspicaz para saber que Bolívar no podía circunscribir la guerra de Independencia a la tierra que lo vio nacer, porque la suerte de Venezuela estaba ligada a la de los demás países dominados por el colonialismo español. Bolívar veía que si los demás países explo­tados por ese Imperio continuaban con las cadenas, Venezuela las lleva­ría también, puesto que "la esclavi­tud es una gangrena que empieza por una parte y, si no se corta, se comunica al todo y perece el cuerpo entero"(3).

Bolívar no podía limitarse a bata­llar contra los españoles solamente en su tierra natal o en la llamada "casa propia", porque tenía claro que en cualquier parte donde se en­contrara el enemigo era casa propia y no casa ajena. El Libertador com­prendió que su patria estaba en el sitio donde fuera inminente el com­bate contra el adversario. De esa manera, atalayando la proximidad de la contienda decisiva, sus ener­gías se concentraban en reforzar los lazos fraternales de los países intere­sados en la lucha por la emancipa­ción. Su movilidad estaba determi­nada por el tipo de guerra irregu­lar(4) que desplegaba, y por su deseo de organizar las cosas de manera que él mismo pudiera estar donde las circunstancias lo necesitaran. En esas condiciones, su liderazgo tenía que ser continental. Y así lo fue. Por eso decía literariamente el escritor chileno Benjamín Vicuña Mackena: "Su caballo ha bebido las aguas del Orinoco, del Amazonas y del Plata, las tres grandes fronteras que dio el Creador al Nuevo Mundo"(5).

El Libertador estaba rodeado de hombres de mucha energía y perse­verancia. Se puede afirmar que cada uno de los patriotas se encontraba imbuido del sublime entusiasmo de la libertad y de la gloria, lo mismo que los soldados del ejército emanci­pador. Todos eran incansables en su empeño. El mismo Bolívar lo reconoció, cuando el 18 de octubre de 1813 manifestó: "He tenido, es verdad, el honor de conducir en el campo de batalla, soldados valien­tes, jefes impertérritos y peritos, bastantes por sí solos a haber reali­zado la empresa memorable que felizmente han terminado nuestras armas"(6). Si Bolívar se convirtió en el personaje central de una verdadera epopeya, este hecho fue determi­nado por el imperio de las circuns­tancias, que llevaron a los caudillos de la Independencia a realizar accio­nes por encima de todo cálculo o de toda probabilidad. En otras pala­bras: nuestra América necesitaba titanes y engendró titanes.

En ese contexto, nadie puede negar que Bolívar fue un jefe de talla gigantesca, que veía más lejos y deseaba con más vehemencia que los otros. Pero él no combatió solo. Es más, siempre reconoció la intrepi­dez y la decisión de su ejército. En su proclama del 1º de marzo de 1813, en el Cuartel General de la villa redimida de San Antonio de Venezuela, a los soldados de Cartagena y de la Unión, les manifiesta lo siguiente: "La América entera espe­ra su libertad y salvación de voso­tros, impertérritos soldados de Cartagena y de la Unión"(7). Y en su discurso pronunciado en Bogotá, el 13 de enero de 1815, con motivo de la incorporación de Cundinamarca a las Provincias Unidas, decía: "Este ejército pasará con una mano bienhe­chora rompiendo cuantos hierros opriman con su peso y oprobio a todos los americanos que haya en el norte y sur de la América meridio­nal"(8).

Es obvio que Bolívar tuvo una visión avanzada de la solidaridad internacional. Pero su acción hay que ubicarla en el momento histó­rico. El Alfarero de Repúblicas lu­chaba concretamente contra el colo­nialismo español, el sistema opresor de nuestra América en aquella época. De ahí la necesidad de atravesar las fronteras de su propia patria, en aras de implantar en América el derecho a la paz y borrar para siempre la tiranía y la injusticia.

No es difícil, entonces, sacar como conclusión que la lucha por la Independencia tenía que ser conti­nental, y Bolívar, con su talento maravilloso, comprendió la dimensión his­tórica de una coyuntura que lo invi­taba a asumir el mando. Basta leer la profética Carta de Jamaica: "¿No está el Nuevo Mundo entero conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lu­cha simultánea en la inmensa exten­sión de este hemisferio"(9). Bolívar sentía palpitar las energías populares desatadas y las emanaciones telú­ricas de un continente dispuesto a luchar por su libertad. Además, es necesario recalcar que Bolívar era buena espada, poseía magnetismo personal, inteligencia brillante, valor a toda prueba, opti­mismo y ganas de triunfar. Por eso fue un genio del pensa­miento y de la acción.

Ante esa alma encendida de vivas pasiones, el estudio psicoanalítico de Mauro Torres es una contribución importante para la comprensión, en su dimensión compleja, del papel de ese personaje descomunal de la historia de América y de la historia universal. El buen historiador reconoce el papel de la Psicología en la interpretación de ciertos fenómenos sociales; pero sin olvidar que si se toma como determinante el factor psicológico, se llega a una apreciación unilateral de la explicación histórica, puesto que se parte de una sobrevaloración individual que, en el caso de Bolívar, convierte al "Hombre de las dificul­tades" en un personaje de la escuela heroica, desconociendo el contexto histórico y opacando a los demás caudillos de la guerra de Indepen­dencia, que también se jugaron la vida por la libertad.

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1. TORRES, Mauro. “Determinantes Psicológicos del Libertador Simón Bolívar”. En: Revista del Convenio Andrés Bello. Año 4, No. 10. Bogotá, diciembre de 1980. p. 55.
2. Ibíd. pp. 60 y 61.
3. BOLÍVAR, Simón. Citado por: Liévano Aguirre, Indalécio. Bolívar. Editorial la Oveja Negra. Bogotá, 1979. p. 101.
4. PÉREZ O., Eduardo. Guerra Irregular en la Independencia (1810 – 1830). Publicaciones de la Universidad pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja, 1982. 468 pp.
5. VICUÑA MACKENA, Benjamín. Citado por LIÉVANO AGUIRRE, Indalécio. Op. Cit. p. 395.
6. BOLÍVAR, Simón. Ideas Políticas y Militares. Editorial Cumbre. México, 1969. p. 47.
7. BOLÍVAR, Simón. Op. Cit. p. 7.
8. Ibid. p. 120.
9. “Carta de Jamaica”, 6 de septiembre de 1815. En: Bolívar Simón. Op. Cit. p. 141.

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