viernes, 21 de agosto de 2009

LA RESISTENCIA APUNTA HACIA LA ESPERANZA

EDITORIAL

Plancha MASÓNICA. Año 8 No. 37 Barranquilla, Colombia. Abril del año 2009

Saint - Simón, uno de los socialistas utópicos, distingue en la historia “períodos críticos” y “períodos orgánicos”. Estos últimos se caracterizan por una relativa calma, tranquilidad y sosiego. En cambio, los “períodos críticos” son episodios de tensión, de inseguridad e inestabilidad permanente.


A nosotros nos ha tocado cerrar un período crítico en la historia de la Gran Logia del Norte de Colombia. Este hecho es digno de ser analizado, si se tiene en cuenta que toda crisis, además de las dificultades, también nos brinda sus oportunidades. Sobre este particular, la historia muestra ejemplos a granel. Cuando la España de finales del siglo XIX perdió las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y las Filipinas), se vio envuelta en una crisis que la conmovió desde el punto de vista moral, político y social. Sin embargo, los escritores españoles, de aquella época, se enfrentaron a la amarga situación, y de allí surgió la “Generación del 98”, constituida principalmente por Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Antonio Machado, Jacinto Benavente y Ramón del Valle-Inclán, personajes que dieron lustre a la literatura universal y permitieron que la "noble Iberia levantara su frente dolorida, y soplos de gloria apartaran la bruma de sus penas"[1].


Este preámbulo, con ribetes líricos, es apropiado para una buena reflexión, que sirva para extraer, a manera de epílogo, las enseñanzas éticas sobre el caso que nos ha ocupado durante gran parte de este período Masónico, en el cual unos Hermanos violaron las normas constitucionales y estatutarias de la Gran Logia del Norte de Colombia, abjuraron del Rito Escocés antiguo y Aceptado, que practica el Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia, y se fueron para otro Oriente.


Queridos Hermanos: tengo en mis manos el Mallete que me entregó la Gran Logia el 7 de agosto de 2008 (e:. v:.). Nuestra Augusta Institución nos enseña que éste es el símbolo de la autoridad, con el cual debemos manejar a los obreros de la Gran Obra, con “golpes suaves, pero oportunos”, como lo recomienda la Liturgia para Juramentación de Venerables Maestros[2].

Nada distinto se ha hecho, con el objeto de asegurar la paz, el orden y la armonía en este Gran Oriente.


Pero el Mallete ha de estar acompañado por un conjunto de virtudes, que nos depara la Orden, las cuales debemos sacar a relucir en el momento oportuno. Nosotros no necesitamos ir al Olimpo y robar el fuego sagrado de los dioses, como hizo Prometeo. Los Masones llevamos por dentro la antorcha que ilumina a todo aquel que obra de acuerdo a la función social de la virtud. Sólo necesitamos avivar ese fuego, para que irrumpa en llamas el entusiasmo que nos impulsa con vigor hacia determinado fin, el cual siempre tiene que ver con nuestra contribución, en mayor o menor grado, con las grandes realizaciones que hacen más amable la vida sobre la Tierra. El entusiasmo es la fuerza que nos mueve a favor de una causa común. Por eso decimos que “Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales”[3], como asevera el Venerable Hermano José Ingenieros, en su libro titulado Las Fuerzas Morales.


En ese sentido, en medio de las dificultades, pero con fervor masónico y ganas de salir adelante, los Masones de la Gran Logia del Norte de Colombia desplegamos algunas de nuestras cualidades, que es preciso destacar a continuación:


1. Los masones tenemos capacidad de superación. En eso consiste y se fundamenta el trabajo sobre la piedra bruta, la cual se labra diariamente en busca de la perfección. Por ese afán de superación, el Masón se enfrenta con éxito a todos los problemas, y lucha con tesón en medio de las incertidumbres. De esa manera, la Gran Logia del Norte de Colombia ha cerrado filas contra la adversidad, en aras de seguir edificando nuestro propio ser y el de la sociedad profana en general. Y tengo la certeza de que esta noble institución, después de resistir con dignidad los intentos para desintegrarla, se ha consolidado desde el punto de vista de la unidad, de la tranquilidad y del espíritu fraternal.


2. Los masones tenemos tenacidad. Esto quiere decir, entrega total y perseverancia en la lucha. Por eso la Masonería ha vencido y seguirá venciendo. Por eso venció Bolívar; por eso triunfó Martí, José de san Martín, Bernardo O´Higgins, y otros ilustres personajes del mundo Masónico, que durante largo tiempo se debatieron en situaciones adversas.


3. La Masonería es capacidad de reflexión. Por eso, ante los problemas recientes, no nos dedicamos a reñir con los culpables, sino a buscar soluciones. Ante los ataques proferidos a la Gran Logia del Norte de Colombia, la salida la buscamos y la encontramos pensando y actuando. No olvidemos que la vida del Masón es buscar, reflexionar y generar ideas en la acción.


4. A los Masones no nos desesperan los sinsabores. Para eso tenemos la paciencia, una de las virtudes que la Masonería enseña. La paciencia nos lleva a mantener la calma en medio del conflicto. He ahí la razón por la cual no pudieron desestabilizarnos los atentados a nuestra honra, ni las murmuraciones rayanas en el atrevimiento, similares a las degradantes inmundicias del peor ambiente profano. La paciencia, para los Masones, es esa paz interior que nadie puede perturbar, porque estamos a cubierto. Ella nos ayuda para que las decisiones no sean intempestivas. Nosotros sabemos que para cada decisión hay un momento justo, que no es preciso adelantar ni tampoco demorar. Una palabra o una decisión a tiempo no causan el mismo efecto que cuando vienen a destiempo, ya pasado el momento apropiado. Por otro lado, las decisiones no pueden ser impulsivas ni irreflexivas. Así se evita que tengamos que volver hacia atrás y deshacer lo que ya se había hecho.


5. Los Masones juzgamos con equidad. Muchas veces la estricta aplicación de una norma, a los casos que regula, puede producir efectos injustos. Por eso la Masonería nos enseña la equidad, “cualidad que ilustra al hombre bien entendido y le induce a suavizar el rigor de la ley en aquellos casos en que lo aconseja la razón”[4]. Y como si esto fuera poco, la misma Orden nos dice: “Es muy propio y digno de un buen Masón, juzgar siempre a sus HH:. con equidad”[5].


6. La Masonería, mediante una ética de la comprensión, nos enseña a perdonar al que nos ofende. De esta manera, el ofensor es considerado como un instrumento parlante, que sólo instila el veneno que le inyectan sus mentores. Siendo así, la verdadera culpabilidad está en la poca libertad que da la ignorancia. Es de anotar, que si tuviéramos la misma formación cultural y axiológica que tiene el ofensor, actuaríamos en la misma forma. Por lo demás, todo el mundo sabe que cuando a un ser humano se le ofende, puede nacer en su corazón el deseo de venganza. De ahí la enseñanza de la Orden, cuando nos ilumina y nos previene diciendo que: “… la venganza es una pasión ruin y despreciable, impropia de todo hombre de honor”[6], que ciega y empobrece a cualquier ser humano; pero muy especialmente al Masón, al cual le quita la posibilidad de seguir despojando a la piedra bruta de sus asperezas. En otras palabras, le quita, al iniciado en los Augustos Misterios, la posibilidad de seguir creciendo como ser humano. Por eso la Masonería rechaza la venganza. Y “En vez de aprobarla, pedimos no sólo el perdón de la injuria, sino que exigimos su olvido”[7].


7. Finalmente, Queridos Hermanos, os dejo esta enseñanza que compendia nuestra capacidad de conciencia y de pensamiento para avanzar: Si la resistencia apunta hacia la esperanza, nuestra fe en el porvenir de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia es inquebrantable. ¡Trabajad siempre con entusiasmo!... y como decía Abraham Lincoln: “Dejad que la virtud engalane tus pensamientos”.


¡Salud, Fuerza y Unión!

JOSÉ MORALES MANCHEGO
Gran Maestro

_____________________
[1] Palabras del poeta Alfredo Gómez Jaime, tomadas de su poema “A España”.
[2] LITURGIA PARA JURAMENTACIÓN DE VENERABLES MAESTROS. R:. E:. A:. A:. Muy Resp:. Gran Logia del Norte de Colombia (Fundada el 25 de abril de 1990). P. 14.
[3] INGENIEROS, José. Las Fuerzas Morales. Editorial Losada. Buenos Aires, 1961. P. 17.
[4] LITURGIA DEL GRADO XXXI. R:. E:. A:. A:. Supremo Consejo del Grado 33° para Colombia (Fundado en 1833). P. 5.
[5] Loc. Cit.
[6] FRAU ABRINES, Lorenzo. Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Editorial del Valle de México. S. F. Tomo III. P. 1928.
[7] LITURGIA DEL GRADO XXX. R:. E:. A:. A:. Supremo Consejo del Grado 33° para Colombia (Fundado en 1833). P. 21.

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