miércoles, 6 de junio de 2012

VIDA EJEMPLAR





JOSE MORALES MANCHEGO

En el Hospital de Montería hay un busto que honra la memoria de un esclarecido militante del Arte Real de la Vida, hombre trabajador y estudioso, ejemplo para que las futuras generaciones transiten por los caminos de la ciencia y la virtud, que él, como caballero del espíritu, contribuyó a despejar en los feraces valles del Sinú y el San Jorge.
Pero ¿quien era ese hombre? ¿De dónde venía?Se trata de Alejandro Giraldo Sánchez (q. e p. d.), nacido en Sahagún, Córdoba, en 1881. Estudió Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, con sede en Bogotá. Más tarde recibió, durante dos años, entrenamiento clínico y quirúrgico en la prestigiosa Clínica Mayo de los Estados Unidos.Con esa formación profesional tan alta, Alejandro Giraldo regresó a su patria a servirle a su pueblo, a sabiendas de que le tocaba moverse en un medio geográfico difícil; pero eso no lo amilanó pues su temple lo acompañaba siempre a entregarse con alegría en procura de ayudar al que lo necesitaba.Uno de sus descendientes directos, el doctor Rodrigo Giraldo, decía el 23 de octubre de 1986 en una mesa redonda convocada por la Casa de la Cultura de Montería: "Todavía me asombra y no alcanzo a comprender por qué un hombre que dominaba cuatro idiomas y que recibió en­trenamiento clínico y quirúrgico en Rochester, prefirió ejercer la profesión de la medicina y nada más que la medicina, en un medio rústico, primitivo y hostil, cuyos únicos medios de comunicación no eran otros que el caballo y la canoa, la brida y el remo."Particularmente soy del sentir, que Alejandro Giraldo dejó los amplios horizontes de Estados Unidos para ir y venir sobre el lomo de la mula en el país de los zenúes, porque él, a pesar de su formación intelectual, jamás perdió la identidad con su familia ni con su pueblo, en cuyo seno encontró también una gozosa manera de ampliar sus conocimientos, alternando la lectura y la investigación con el trato afable de la gente.Cuentan quienes lo conocieron, que —en la época de los "baluartes" del campesinado sinuano, inspirados en la triunfante Revolución Rusa— una noche lluviosa venía el doc­tor Giraldo a caballo, extenuado pero satisfecho de una larga jornada profesional, cuando una avanzada de Vicente Adamo, con el jefe rebelde a la cabeza, lo intercepto y le gritó en la jerga castrense: ¡Haga alto! De inmediato el doctor Giraldo se detuvo, y cuando los alzados en armas lo identificaron en la tenebrosa pe­numbra le dijeron: ¡Ah! es el doctor Giraldo...¡Siga, que a usted lo queremos mucho!Este medico fue un defensor de la paz, crítico de todo procedimiento de fuerza para resolver los problemas entre los seres humanos. No obstante, lo respetaron  tirios y troyanos por su sabiduría y por su entrega al estudio y al servicio desinteresado de sus conciudadanos. Para mas señas, con otos personajes cimento los ideales de la masonería en lo que hoy es el departamento de córdoba  fundado en 1936 la logia estrella del sinù, en la cual fungió como su primer presidente o venerable Maestro, activado de los principios masònicos de libertad, igualdad y fraternidad.  Vale la pena anotar que para esa época  al celebrar una de las fiestas solsticiales ( la del 24 de junio dedicada a San Juan bautista patrono de la Mas..), la francmasonería monteriana acostumbraba sacrificar una res, cuya carne se repartía a la gente mas necesitada y se regalaban juguetes a los niños pobres.

Personas como ésta, son las que Colombia y el Gran Arquitecto del Universo necesitan y reclaman. Su vida ejemplar debe servir de guía en la formación intelectual y moral de los estudiantes, no sólo del departamento de Córdoba, sino de todo el país. Al ponerlo como ejemplo, hago referencia al profesional sencillo, transparente, sólida columna de la Gran Obra, que puso su vida al ser­vicio de la humanidad, sin anteponer el beneficio personal. El doctor Ale­jandro Giraldo Sánchez murió en Montería, en paz con Dios, consigo mismo y con sus semejantes, el 9 de junio de 1941 sin dejar grandes riquezas materiales, y sus hijos, en el crepúsculo de sus vidas, todos ellos formados con el código moral que les deparó su padre, sólo viven de los frutos que les ha dado el ejercicio limpio de su profesión; pero, eso si, cuentan con un corazón grande y un espíritu generoso. De su descendencia puedo afirmar que me plugo haber trabajado por más de un lustro, en la Logia Estrella del Sinú, al lado del doctor Gustavo Giraldo Revueltas (q. e. p.d.) —hijo de Alejandro— de quien disfruté su gentileza, su caballerosidad, su ingenio, su talento y su actividad en la Masonería, institución que guardará para siempre, como en el caso de su padre, un capítulo inmenso de su biografía.(Publicado en la revista El Misionero. Año 10. No. 36. Barranquilla, marzo de 2001)


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