lunes, 29 de noviembre de 2010

EL CARNAVAL, UNA VISIÓN POÉTICA DE LA VIDA


JOSÉ MORALES MANCHEGO

El Comité Cultural de la Sociedad Hermanos de la Caridad me encargó elaborar un opúsculo sobre el carnaval y su relación con el Gran Recital “Arte In Memoriam Día de los Difuntos”, certamen de la poesía, que hoy se engalana con los efluvios de una canción de belleza incomparable de la “Guarachera de Cuba”, Celia Cruz.

Pero antes de dar formalidad a la palabra que me ha sido confiada, es importante recordar que el Gran Recital “Arte In Memoriam Día de los Difuntos”, se realiza para exaltar la memoria de aquellas personalidades del arte, la ciencia y la cultura, que dejaron una estela luminosa en este mundo y se fueron para el valle de la eternidad.

Han recibido el homenaje póstumo: el soledeño Gabriel Escorcia Gravini, autor de la “Gran Miseria Humana”; el barranquillero, de ancestro francés, Leonello Marthe Zapata, hombre de una mentalidad intrépida y una curiosidad intemporal, que supo cruzar las espadas de la ciencia y la virtud, para dejarnos cuatro libros de su pluma refulgente; el afrocolombiano Jorge Artel, poeta de las negritudes, nacido en Cartagena de Indias, autor de una maravillosa obra poética colmada de dolor, de denuncia y de combate; y la momposina Gloria Logreira, la singular mestiza, que expresó en versos la afirmación de su ternura. Ella decidió irse de este mundo, en la aurora de su existencia, porque las almas sensibles necesitan paz y justicia para florecer, y en este aspecto, nuestro Planeta es un desierto, en el cual los labios de Judas siguen besando y a Jesús lo siguen crucificando.

El recital que hoy inauguramos se titula “La vida es un carnaval”, y es un homenaje póstumo para todos aquellos personajes que han echado un granito de “azúcar” en el mar de las incertidumbres existenciales, con la esperanza de que algún día la vida se convierta en un verdadero carnaval.

Entre tanto, pensar que “La vida es un carnaval”, es enarbolar una figura retórica, que debe ser comprendida en su dimensión futurista. Es decir, debe ser entendida como un grito de combate, que nos lleve a cambiar el actual estado de cosas, para establecer una sociedad cosmopolita, que garantice la plenitud de la vida para todos los seres humanos. Lo que Celia Cruz plantea en su canción es una actitud hacia la vida. No es la vida misma. “La vida es un carnaval” no es el reflejo especular de lo que se dice, sino la máscara colorida de lo que será. Podría decirse que este juego del lenguaje, en el yo poético de Celia, es una forma de resistir el mundo de la vida, salpicado de momentos buenos, pero inundado de maldad, de horror y de un fatal desamparo, en el cual nos encontramos sumergidos. Esa resistencia, en Celia, se juega en el plano de la idea y tal vez en el corazón.

Pero el carnaval es más que resistencia. Es el triunfo de una liberación transitoria en el marco de las esferas de poder dominante, según el investigador ruso Mijail Bajtín. El carnaval es la ruptura de un orden establecido. En él se suspende la tradición legal y sólo puede vivirse de acuerdo a las propias leyes del carnaval. Las diferencias sociales se diluyen. El carnaval es la eliminación momentánea de los privilegios y prejuicios, que han hecho de la sociedad un sistema jerarquizado, donde la mayoría sufre. Es el mundo sin estamentos y sin tabúes. En otras palabras, el carnaval es una acción dramatúrgica en la que sus personajes, que interactúan con todo el pueblo, se rebelan contra una sociedad falsa, hipócrita y destructora de la libertad y de todo lo que hay de esencial en el hombre, hablando en términos genéricos.

El carnaval, en su esencia, es una forma crítica de estar en el mundo, que no se somete fácilmente a las etiquetas de las cortes ni a los dictámenes de las oligarquías. Por esa razón, cuando los partidos tradicionales colombianos destrozaron a la República en la Guerra de los Mil Días, contienda en la cual los combatientes populares luchaban por ideales políticos que no comprendían, el carnaval alteró el dolor y la angustia existencial que generó esa pasión infame, planteando una batalla diferente, y entonces nació la “batalla de flores”, que hoy constituye el punto cenital del carnaval de Barranquilla.

El carnaval nos muestra, de manera picaresca, la posibilidad de una sociedad planetaria, en la que existirá la diversidad de culturas y de tendencias ideológicas, en un ambiente de comprensión, sin fanatismos, sin envidias, sin privilegios ni discriminaciones de ninguna índole. Una sociedad así, paradisiaca, estaba en la cosmovisión de los fundadores de la Sociedad Hermanos de la Caridad, quienes, en una época de intolerancia, dieron el ejemplo fraternal y civilizador de crear el Cementerio Universal, para recibir en su seno los restos mortales de los seres humanos de cualquier nacionalidad, de cualquier ideología o de cualquier religión, sin discriminación alguna, porque si somos tolerantes, y no aceptamos las distinciones pueriles a lo largo de la vida, mucho menos las permitimos “…en el terreno santo de la igualdad, que es la tumba”(1) .

Una sociedad basada en esos principios es la misma que sueñan los artistas, los humanistas y los poetas. Por tanto, he ahí el gran desafío de la poesía y los demás géneros literarios y artísticos, los cuales deben marchar al unísono, en una gran comparsa multicolor y pluralista, hacia la carnavalización del mundo, al lado, claro está, de la intelectualidad laica, surgida del portentoso avance de la ciencia y la tecnología, permeadas por la virtud.

Finalizo diciendo, que en las primeras edades del género humano, el egoismo y la violencia cerraron las puertas del paraíso. En estos momentos, el carnaval y la poesía tienen la llave para abrirlas. Vamos a vivir entonces la desbordante alegría que surge de la lírica y las artes, en aras de la carnavalización universal, rindiendo homenaje a los personajes que se elevaron en comparsa hasta el cumbiódromo de la eternidad.
_________________
(1)Palabras del gobernador de la Provincia de Barranquilla, Erasmo Rieux. En: Leonello Marthe Zapata. Historia de la Sociedad Hermanos de la Caridad. Cementerio Universal, Barranquilla, 1996. p. 122.

3 comentarios:

PERIODISTAS UNIDOS dijo...

Estimado Señor:
Lo felicito por sus comentarios en mi condicion de Creador y Compositor de LA VIDA ES UN CARNAVAL

Saludos respetuosos y agradecido por sus palabras.
Coordialmente desde Miami,

Victor Daniel
www.victordaniel.com

kchorro oriental dijo...

Excelente artículo (para Bajtín el carnaval era un evento sustraido al mundo de los fines

Unknown dijo...

El Carnaval es una escapatoria de la sociedad que oprime a los pobres, y aún así en ciertos sectores y eventos se sigue oprimiendo a los pobres con precios exagerados; refiriéndome a los famosos Palcos;los mismos que robaron la libertad de asistir gratuitamente a la batalla de Flores. ¿Es que no era posible su organización sin Palcos? Miremos como realizan los desfiles en Francia, Alemania, China, Canadá, y Jamaica. El desfile no es un Carnaval pero si es un medio de organización hacia una multitud de espectadores. Este es mi criterio, en algún momento nos liberáremos de los Palcos y se devolverá el Carnaval al Pueblo.