Por JOSÉ MORALES MANCHEGO
Siempre que se aborda el tema del Descubrimiento de América, aflora a la memoria la controversia de vieja data conocida como la leyenda negra por un lado y la leyenda rosa por el otro. Esas dos leyendas representan las dos grandes tendencias encontradas, ambas de carácter partidista y unilateral, para explicar el carácter del descubrimiento, conquista y colonización de América. La Leyenda Negra fue difundida desde la época colonial por los escritores ingleses al servicio de la política del Imperio Británico. Esta leyenda se elaboró con apreciaciones subjetivas, puesto que solamente se consideraban y se resaltaban, muchas veces exagerando, los hechos que significaban desprestigio para España, con el fin de desacreditarla y precipitar la crisis del Imperio Español. Es obvio que detrás de la Leyenda Negra, que denigraba de la colonización española, estaban las intenciones de los imperios europeos que aspiraban a quitarle a España el control de los mares y a eliminarla de la competencia comercial. Por tal razón esta Leyenda cobró vigor en la época de la crisis del Imperio Español, con el fin de acelerar el proceso de independencia de las colonias hispanoamericanas. En oposición a la leyenda negra surgió la leyenda rosa, que pretende ennoblecer la conquista y colonización de América, destacando, sin ninguna crítica, los acontecimientos supuestamente repletos de virtudes y exaltando la lengua castellana, el espíritu caballeresco, la evangelización de la población autóctona, la raza y la civilización que nos trajo España, la Madre Patria. Es de anotar que esta tendencia justifica la guerra de conquista en aras del adoctrinamiento de los indígenas, los cuales eran infieles y paganos para la España cristiana, como se puede observar en el libro del padre Gines de Sepúlveda, titulado Sobre las Justas Causas de la Guerra contra los Indios. En fin, la Leyenda Rosa sólo destaca las bondades de la colonización española, deformando muchas veces la base de los hechos.
Esas mismas leyendas volvieron a surgir hace 15 años, con toda su fuerza y vigor, con ocasión de la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América. En esa época tuvieron resonancia las celebraciones de quienes ven con buenos ojos el avasallamiento de algunos grupos humanos sobre otros y los que comulgan con las ínfulas colonialistas de las metrópolis modernas y contemporáneas. Ellos celebraron el Descubrimiento de América a su manera, resaltando el ideal guerrero, el espíritu caballeresco de la raza, el ideal misionero o las dimensiones de la lengua castellana. Esto es la leyenda rosa sobre la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América. Por otro lado estuvieron aquellos que no estaban de acuerdo con la conmemoración. Sin embargo, aunque parezca paradójico, con el solo hecho de oponerse ya estaban conmemorando, puesto que la palabra conmemorar, que procede del latín conmemoraré, significa recordar, hacer mención, traer a la memoria. Los que rechazaron toda conmemoración de los 500 años del Descubrimiento de América, sin duda se ubicaron en la Leyenda Negra, ya que sólo se basaron en la parte negativa de la Conquista y Colonización, sin preocuparse por buscar la comprensión científica de los acontecimientos históricos.
En esa línea estuvieron muchos dirigentes indigenistas y líderes de varias organizaciones populares, quienes se fueron lanza en ristre contra la conmemoración del descubrimiento de América. Ellos recordaron únicamente la parte sombría, sacando a relucir con frecuencia los trabajos del investigador argentino Jorge Ledesma para sostener que desde 1492, hasta la fecha, más de 90 millones de indios de América habían muerto en lucha contra los conquistadores, primero, y luego contra los colonizadores y neocolonizadores.
El mismo investigador calcuó en 450 millones de litros, la sangre derramada por los indìgenas. Tales fueron algunos de los argumentos esgrimidos en medio de un arsenal de retórica, para intentar demoler los actos conmemorativos, porque, según ellos, ningún pueblo de américa podía conmemorar un genocidio de tan dilatadas proporciones. Es de recalcar que la Leyenda Negra y la Leyenda Rosa, sobre el quingentésimo aniversario del descubrimiento de América, resurgieron con su silueta ideológica, para mistificar la historia americana, ya que retrocedieron al pasado con el ánimo de lanzar conceptos, hasta cierto punto subjetivos y unilaterales, que tanto daño le han causado a la historiografía y a la misma estrategía política de nuestros pueblos de perfiles ancestrales. El papel de la historia no es elogiar o condenar la colonización española, como si fuera un bloque monolítico, sino mirar los acontecimientos en su real dimensión histórica, con sus aspectos negativos y positivos, demostrando los hechos con pruebas confiables y en su contexto, para, para lograar su explicación científica y superar las deformaciones de quienes piensan que la historia es una entelequia alejada de la realidad en la cual se puede decir lo que a uno le plazca. Un ejemplo de agudeza científica en este sentido lo constituye la tesis de doctorado de Peter Hassler titulada ¿Sacrificios humanos entre los Aztecas?, trabajo en el cual su autor, mediante una metodología basada en la crítica de las fuentes, demuestra que los sacrificios atribuidos a los indígenas y su concomitante antropofagia constituyen una malévola invención de los colonizadores y colonialistas para justificar la muerte y esclavización de los aborígenes, el saqueo de su riqueza y la destrucción de su patrimonio cultural.
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