Hace 15 años, en una noche memorable,
en el Salón Eusebio De La Hoz, se escuchó la palabra enjundiosa del entonces presidente de la Sociedad Hermanos de la Caridad, Doctor
Leonello Marthe Zapata, cuando su hablar pausado, anunciaba: “Esta Biblioteca
que se inicia con aproximadamente 2.250 libros, está destinada a convertirse
paulatinamente, en un foco de cultura para la comunidad barranquillera”. Ese
día, el Hermano Leonello Marthe Zapata,
un masón de entusiasmo intelectual
siempre en llamas, encendió una velita, y la estamos cuidando, Querido Hermano
Leonello , para que los malos vientos jamás la puedan apagar, y siga calentando eternamente la
magnificencia espiritual de tus anhelos.
En aquella misma fecha, el doctor
José Consuegra Higgins, distinguido miembro de la Sociedad Hermanos de la
Caridad, calificó la noche como inolvidable. Es de anotar que el doctor José
Consuegra, rector y fundador de la Universidad Simón Bolívar, de la ciudad de
Barranquilla, inició la donación de libros, con la entrega de más de 200
volúmenes. La noche de la inauguración brilló la palabra estética de los poetas
Jorge Valencia Jaramillo y Luis Bernardo Flórez, invitados especiales,
provenientes de la capital de la República.
Años más tarde, cuando el Ilustre
Hermano Leonello Marthe Zapata se marchó para el Oriente Eterno, nos dejó, a
través de su esposa doña Josefina de Marthe Zapata, su biblioteca particular
para engrosar los fondos bibliográficos de la Biblioteca Pública Julio
Hoenigsberg, y seguir propagando la luz de la ciencia y el humanismo.
Una biblioteca como la nuestra es
símbolo de concordia, de tolerancia y de
libertad. Aquí se respira un aire cultural
de paz y armonía, en el cual conviven sosegados, en un ambiente
pluralista, sin dogmatismos inquisitoriales, los grandes pensadores masónicos,
los liberales, los conservadores, los socialistas, los religiosos y los
ultramontanos, todos entrelazados en un abrazo fraternal, en los mismos predios
donde gravitan los medios electrónicos, que sólo han cambiado la forma de leer,
pero el libro como tal permanece incólume, porque con disonancias o flaquezas,
el libro impreso es el que nos brinda la mayor confianza y responsabilidad en
el campo de la investigación.
No debemos olvidar que a lo largo de
la historia, los textos han variado su forma de presentación: tablas, papiros, electrolibros y toda la variedad de realidades
virtuales. Leer letras impresas es solo una forma de leer. Pero hay
más. Todos sabemos que el geógrafo lee mapas; el topógrafo lee el
terreno; el antropólogo lee en los símbolos y signos los datos de la cultura en
el tiempo; el músico lee sus partituras; y todos los seres humanos podemos leer en el
libro abierto de la naturaleza, como nos invita a hacerlo el filósofo francés
Juan Jacobo Rousseau.
Las posibilidades de lectura están
por todas partes. Cuando hacemos actividades como las tertulias y los cineforos
en la biblioteca, lo que afloran son nuestras lecturas.
Claro que la lectura es una acción que
tiene diferentes niveles y es de una gran complejidad.
Una manera de leer un libro es seguir
los acontecimientos y los personajes por la superficie literal del texto. Otra
más profunda es interpretar las estructuras de lo que se lee, para navegar en
aguas más profundas, y si es posible aprender a hacer otro texto. De esta
manera se penetra más profundo en las claves, en los signos y símbolos de la
escritura. Por eso el buen lector cuando vuelve a leer el mismo libro es como
si leyera otro libro.
La Biblia, por ejemplo, se puede leer
de distintas maneras. Comúnmente, la gente la lee con el temor del más allá o
pensando quizás en la forma de evadir el fuego eterno. Pero ese libro
maravilloso, escrito bajo formas simbólicas, tiene diversas lecturas y
aplicaciones.
Al respecto me permito recordar la
narrativa bíblica de Jonás. Dicen que Jonás se le perdió a su esposa durante
tres días. Cuando llegó a la casa se inventó el cuento de la ballena, y el
cuento fue tan bien elaborado, que la mujer se lo creyó. Y todos los lectores
de la Biblia se lo creímos. Ahí está el sentido estético de la literatura, que
nos muestra la dimensión polifónica del mundo de la vida.
El sábado pasado, 26 de julio, el filósofo
William Salgado Escaf dictó una
conferencia para los contertulios de La Oca, titulada El sacrificio de los elegidos en la Biblia. El ameno expositor encontró
en la Biblia tres partes y tres morales distintas para tres economías
diferentes, construidas alrededor de la misma receta y nacidas de tres
respuestas diferentes a la pregunta: ¿Quién debe ser el elegido? Su
planteamiento central es que la Biblia está hecha, no para hablar de dioses, sino
para dar respuesta a la pregunta: ¿A quien le dejo mi herencia, es decir, lo que he construido en mi tránsito por la
Tierra? Esta lectura de la Biblia me entusiasmó, y ahora estoy leyendo de nuevo
la Biblia, pero como un libro de economía.
Con esto quiero decir, no solo que la
lectura tiene distintos niveles de complejidad, sino también que una
conferencia nos puede conducir a la lectura o a la relectura de una obra o de
varias obras. Por eso la Biblioteca de hoy es mucho más que una colección de
libros, revistas y periódicos. La
biblioteca de hoy tiene diversos tipos de acciones tendientes a motivar todo
tipo de lecturas.
En ese sentido, la biblioteca Pública
Julio Hoenigsberg es el punto geométrico para la reflexión; para la música, que
nos pone a disfrutar la bendición divina del ritmo; la biblioteca es el punto
geométrico para las artes en todas sus manifestaciones; para el ritual de la palabra estética y de las
bellas letras; para la tertulia, en la cual se guarda altura y serenidad en la
polémica. Aquí se convoca la ciencia, la filosofía, el humanismo y el
entusiasmo patriótico, que hoy genera la carnavalización del fútbol. Pero lo más
importante es que todas estas acciones, en la Biblioteca Pública Julio
Hoenigsberg, están orientadas hacia la búsqueda de la lectura crítica y
constructiva.
En la Biblioteca incentivamos la
lectura, porque somos amantes de la libertad, y el acto de leer no sólo hace al
ser humano más libre, sino que lo transporta y lo hace más feliz. Lastimosamente,
en nuestro país, y especialmente en nuestra ciudad, hay mucha gente que no ha descubierto
la importancia de la lectura para la salud mental, y por eso se neurotizan en
las salas de esperas y en las filas, olvidando que un libro nos ilustra, nos refresca
la mente y nos pone a disfrutar, porque el arte y las letras influyen
poderosamente en la vida de las emociones.
Hoy estamos aquí reunidos para
conmemorar, pero sobre todo para fraternizar y ganar más confianza.
A la Historia, a la música y a la
poesía les encanta marchar juntas. Por eso este acto de conmemoración de un
hecho histórico, será un encuentro de la música con la palabra henchida de
sensaciones poéticas.
Solo me resta decir dos cosas:
Primero, agradecer a la Sociedad Hermanos
de la Caridad, en cabeza de su presidente el Hermano Mario Morales Charris y su
gerente, el Hermano Fulvio Viñas Ramos, su atención y su apoyo a la Biblioteca
Pública Julio Hoenigsberg.
Segundo, quiero citar al valeroso
escritor don Miguel de Unamuno cuando decía: “Sólo el que sabe es libre, y más
libre el que más sabe…” y luego
agregaba: “Solo la cultura da libertad…”
Y como si esto fuera poco aseveraba:
“La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.
Salud, Fuerza y Unión…
Reciban un abrazo fraternal y muchas
gracias
José
Morales Manchego
(Editorial de El Misionero No. 73. Barranquilla, diciembre de 2014)
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