José Morales Manchego
Según la Real Academia Española de la
Lengua, Liturgia es el “Orden y
forma que ha aprobado la Iglesia para celebrar los oficios divinos, y
especialmente la misa”. En segunda acepción es el “Culto público y oficial
instituido por otras comunidades religiosas”. Podría decirse entonces que liturgia en el mundo profano es la
forma en que se llevan a cabo las ceremonias de una religión. En ese tipo de liturgias religiosas las respuestas ya están
determinadas en una especie de sacro conductismo. El feligrés de cualquier religión no puede
agregar ni crear algo que permita enriquecer el Rito a partir del análisis
hermenéutico de sus liturgias.
En cambio, en la masonería -que no es
una religión- las liturgias constituyen la forma en que se realizan las
diversas tenidas y contienen las líneas generales del desarrollo filosófico de
esta escuela de formación moral e intelectual. En esta Augusta Institución hay
una liturgia para cada acto ceremonial. Cada uno de los 33 grados de la escala
masónica del Rito Escocés Antiguo y Aceptado tiene una liturgia, además de
haber una liturgia para cada uno de los siguientes actos: inauguración y
consagración de un templo, fundación y constitución de una logia, instalación
de una logia, posesión de venerables maestros, reconocimiento conyugal, pompas
fúnebres, reconocimiento y adopción de luvetones, tenidas ordinarias, extraordinarias y otras.
Nuestras liturgias son unos libros,
aprobados por la Masonería Universal del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que contienen
los textos fundamentales y el simbolismo para realizar las ceremonias y desarrollar
la teoría del conocimiento masónico. Al leerlas con atención y espíritu
investigativo, se derrama sobre nuestro
cerebro un torrente de ideas, que nos muestran su exuberante fertilidad para la
producción de planchas, que es la vía más expedita para el pulimento de la
piedra bruta y el desarrollo de nuestro Rito. Aquí, en el seno de la Orden, por
oposición al mundo profano, las
liturgias son básicas para la producción intelectual del Hermano masón.
Estéticamente las liturgias son una
expresión de la belleza como manifestación del intelecto. En ese sentido, la
fuerza poética y la grandeza mítica de los personajes legendarios que en ella
se contemplan, generan una dimensión profundamente humana en el iniciado que
reflexiona. En el aspecto teatral, si las liturgias se dramatizan con rigor,
encontraremos en sus parlamentos la erudición y la sabiduría, envueltas en una pomposa
sonoridad musical. En las liturgias encontramos la sugerencia de conceptos no expresados
burdamente, sino en forma estética. Pero si no se dramatizan en debida forma, se
puede llegar al umbral de una situación ridícula. Por eso la Liturgia de Aprendiz
Masón lo advierte claramente cuando dice que “de lo sublime a lo ridículo no
hay sino un paso”[1]. De ahí la necesidad de leerlas con claridad y entusiasmo y si es posible aprenderlas de
memoria.
Por esa razón los Estatutos de la Gran
Logia del Norte de Colombia recomiendan que: “Los Dignatarios y Oficiales de
las Logias deben estar preparados para celebrar los Trabajos litúrgicos sin
necesidad de tener los textos en mano”[2].
Lo que indica la importancia de las Liturgias en el Rito y la necesidad de dramatizarlas con el énfasis y el rigor que exigen los parlamentos de las
mismas. Podría decirse que la calidad del masón dimana de la asimilación y del
dominio que se tenga de las Liturgias y de la capacidad para desarrollarlas y
aplicarlas en nuestro modo de vida diario en cualquier parte donde nos
encontremos.
En las liturgias están las médulas:
científica, filosófica, metafísica, artística, tecnológica, moral y humanística
de la masonería, esperándonos siempre para la reflexión y la investigación. En
ellas resplandecen las ideas de todo
tipo. Las ideas patrióticas, las ideas democráticas, las ideas
religiosas, las ideas éticas, metodológicas y filosóficas en general. Todas
ellas ornamentadas con el refinamiento simbólico y el cuidado en el detalle
sutil y en la valoración de lo menudo, pero significativo.
Es cierto que las Liturgias
masónicas, imbuidas de humanismo y de moral, sintetizan un conjunto de
tradiciones y de leyendas, anteriores al siglo XVIII, las cuales, unidas a los
símbolos, constituyen el invaluable tesoro que nos debe servir para revisar el
pasado, vivir en el presente y proyectar hacia el futuro. Pero no olvidemos que aquí, el elemento
tradicional no significa obsolescencia, puesto que la tradición en masonería se maneja en actitud diferente; es decir,
descifrando el símbolo que tiene un valor trascendente y no solo de inmediatez
como sucede con la tradición en el mundo profano.
Por eso en nuestros textos litúrgicos
va aparejada con la enseñanza explicita, una simbología histórica que se
transmuta con el correr del tiempo y se interpreta con proyecciones futuristas.
En ese sentido, la realidad presente y la realidad contemporánea también entran
en ese juego de símbolos y alegorías.
Cuando estudiamos las liturgias, como
fuente de investigación masónica, encontramos que en ellas hay dialéctica, movimiento
y vida. Que su lenguaje es de gran riqueza y expresividad. Muchas ideas se
concentran en pocas palabras. Es más, una sola palabra muchas veces se torna rebosante
de contenido y de intencionalidad, dependiendo de la inteligencia y la
perspicacia del masón investigador. Es de destacar, que en nuestros textos litúrgicos,
al lado del conocimiento científico, se hace gala de una esplendidez
moralizadora, como se demuestra en la escala mística, que en ningún momento se
agota en las artes liberales ni en el empirismo, ni en la razón totalitaria,
sino que es un símbolo inagotable que nos incita a investigar
interdisciplinariamente los distintos planos de la realidad, pero sin
apartarnos de los principios de la moral universal. En ese mismo sentido, las figuras retóricas,
las metáforas y las comparaciones abundan hasta formar una especie de tejido
literario, que es lo que constituye el texto de la liturgia.
Es cierto que la presencia de
corrientes filosóficas en nuestras liturgias no tiene la lógica de la filosofía
profana, sino la disposición y el arreglo para la sugestión poética y el
impacto iniciático. En consecuencia, no es la lógica formal ni la retórica
profana las que van a lograr el encadenamiento de todo el juego de categorías
científicas, filosóficas y morales que se encuentran en esos textos. Es la
fecunda imaginación y la inteligencia del iniciado lo que le da sentido a su
investigación masónica fundamentada en las liturgias. Por eso la masonería reclama del iniciado inteligencia e
intuición para comprender el Arte, puesto que desde las alturas de la formación
masónica hay que saber descender a la realidad del mundo para analizarla, cuestionarla
y criticarla, pero manteniendo siempre el vuelo majestuoso que nos enseña la
Orden. Eso es lo que da a la masonería el carácter de progresista.
Por eso, en el propio seno de la
Orden, con una visión profana del mundo, las liturgias no son de fácil lectura,
ni se pueden digerir, si no se domina el lenguaje simbólico. Ello da un cariz diferente a las liturgias
masónicas, que no son libros inspirados ni revelados por un Dios, sino creados
por el hombre para la recreación intelectual de los iniciados. A estos libros
debemos someterlos al análisis permanente para desarrollar la doctrina y
construir el templo espiritual que todos anhelamos, pero sin el prurito de
cambiar caprichosamente sus textos, porque se pierde el objetivo del Arte Libre
contenido en dichos libros y se introduce la anarquía en el Rito, con el pretexto
de la “innovación” o de la “actualización”, olvidándose que son libros
simbólicos, y “La simbología Masónica puede ser interpretada de diversas
formas, ya que el símbolo viene a ser a modo de la luz blanca, que se
descompone en un color diferente en cada alma”[3].
[1]
Liturgia Para el Grado de Aprendiz Masón -R:. E:. A:. A:.- Edición de la Gran Logia del Norte de
Colombia. Oriente de Barranquilla, 2006. p. 15.
[2]
Gran Logia del Norte de Colombia. Constitución
Masónica y Estatutos Generales. Artículo 42°, Estatuto no. 5. p. 92.
[3]
Ragón, J. M. La masonería y la iniciación hermética. Editorial Kier. Buenos
Aires, 1951. P. 7.
Artículo publicado en: Revista Plancha Masónica No. 41. Barranquilla, Colombia, mayo de 2014. pp. 36-39.
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