José Morales Manchego 33°
Desde
los albores del siglo XVIII la Masonería fue pensada y organizada por hombres y
para hombres, en medio de una sociedad plagada de machismo y de discriminaciones. Este contexto afectó, sin lugar a dudas, a la Masonería. No
obstante, las enseñanzas de esta Augusta Institución contienen toda la dulzura
y la responsabilidad hacia la mujer y la familia[1],
lo que la pone a cubierto de la nefasta ideología
del machismo, que al decir de la Real Academia Española, es la “Actitud de
prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. Prepotencia que se
manifiesta en prácticas violentas, comportamientos, dichos, frases e ideas de
carácter ofensivo contra el género femenino.
En
estos errores, que han manchado la tierra por espacio de muchos años, han caído
hombres inscriptos en las páginas de la Historia Universal como: Homero,
Aristófanes, Antífanes, Aristóteles, Eurípides, Plauto, Virgilio, Ovidio,
Torcuato Tasso, Shakespeare, Moliére, Napoleón, Schopenhauer, Oscar Wilde,
Alejandro Dumas, Pío Baroja, Vargas Vila, y muchos más. El divino
Platón, por ejemplo, en La República
y en El Banquete, que es el libro sobre la belleza y el amor, configura su
teoría según la cual el amor supremo es
entre varones. La mujer solo se justifica para tener hijos.
La
Masonería en cambio, desde el día en que se ingresa, en medio de una imponente
ceremonia, nos entrega un par de guantes blancos y al mismo tiempo, por
intermedio del Ven:. Maestro nos dice: “Estos guantes de mujer sirven para recordaros vuestro deber
para con vuestra esposa, ya que el hombre ha nacido para ser acompañado por una
mujer amada, a quien deberéis dar ejemplo de fidelidad conyugal, interesándoos
por su felicidad, conduciéndola por el camino de la moral y de la virtud, para
que ella encuentre en vos el digno jefe de la familia”[2].
La
Masonería nos enseña que en cada mujer, ya sea la madre, la esposa, la hermana
o la hija, hay una esencia divina, a la cual se respeta, se atiende, se protege
y se valora por su poder inspirador, por su inteligencia y por el hecho de que
lleva en sus entrañas la semilla de la creación, que genera la vida. Hoy
estamos celebrando el Día Internacional de la Mujer. Y el origen de esta fecha
es de índole trágica. Pero no hemos venido a rendirle tributo al dolor, sino a
la felicidad de la conquista. Todos sabemos que la historia de la mujer está
llena de violencia, desgarros y de lágrimas, y también sabemos que muchas
mujeres han sufrido “una y mil muertes más”, como tronara en el cadalso la
inmortal Policarpa Salavarrieta, símbolo de las doncellas beneméritas de la
patria, inmolada en aras de la libertad.
El
origen del Día Internacional de la Mujer ensancha el dolor del mundo. Pero en
esta celebración vamos a disfrutar de lo que entusiasma por su belleza, para
festejar los logros de la conquista y vislumbrar las perspectivas.
Una
de las conquistas es que se le ha quitado la película ideológica al machismo,
expresada en los conceptos de conspicuos intelectuales, y las apreciaciones religiosas
que denigraban de ese ser superior que es la mujer. Hoy se ha esclarecido el
fondo de tales prejuicios, que no son más que la base ideológica para explotar
a la mujer, ya sea en la empresa o marginándola de todas las actividades, a
sabiendas de que en la casa, o en cualquier parte donde se encuentre, la mujer
es la que sostiene el sistema productivo y en el fondo ella es la que traza,
con transparencia, los caminos del porvenir. Esto debió sentirlo el febril soñador
del Chimborazo, con Manuelita Sáenz, llamada la libertadora del Libertador, y
también debió sentirlo aquel historiador que decía: “Otro fuera el destino del
mundo de haber sido más corta la nariz de Cleopatra”.
En
ese contexto, la mujer ha ido conquistando su participación en los distintos
campos de la actividad humana, donde en poco tiempo ha destruido el mito de la
debilidad femenina, mostrado el nimbo de grandeza que rodea su inteligencia.
Pero
no olvidemos que el machismo está vivo. Por esa razón, en esta velada cultural, vamos
a afinar la guitarra contra todo tipo de injusticia y vamos a atrincherarnos
con la palabra melódica y poética, que son nuestras mejores armas, porque la
liberación de la mujer es nuestra propia liberación.
Que
el Día Internacional de la Mujer se convierta en un carnaval que subvierta los
rezagos discriminatorios. Pero eso sí, que la mujer jamás pierda la delicadeza
y la finura que la engalanan.
Y
que la pareja tampoco pierda, en aras de una falsa liberación, la Liturgia del erotismo,
que va desde las palabras románticas, los rituales, las caricias, el eros a
toda marcha, que conduce a la autonomía rítmica, hasta llegar a la perdida
momentánea del juicio, en los estrados secretos e insondables del misterio.
Para
todas las mujeres:
Salud,
Fuerza y Unión
Reciban
un abrazo fraternal, y muchas gracias
_________________
·
Discurso pronunciado el 8 de marzo de 2015, en
la velada cultural llevada a cabo para celebrar el Día Internacional de la
Mujer. (Publicado en la revista Plancha Masónica No. 42).
[1]
“La familia, esta base fundamental de la Asociación, no puede existir sino
vinculada en el AMOR verdadero de la mujer y el hombre, que consiste en la
fusión de sus almas y de sus opiniones, en la unión, de lo humano y lo divino,
que caracteriza nuestro linaje”. (Liturgia del Grado 19°. En: Frau Abrines,
Lorenzo. Diccionario enciclopédico de la
Masonería. Editorial Kier, S. A. Buenos Aires, 1962. pp. 734.
[2]
Gran Logia del Norte de Colombia. Liturgia
para el Grado de Aprendiz Masón. R:. E:. A:. A:. Barranquilla, 2006. pp.
41-42.