domingo, 5 de agosto de 2012

PRESENTACIÓN DEL LIBRO: CUENTOS INFANTILES PARA ADULTOS Y SENILES





JOSÉ MORALES MANCHEGO

El autor de este libro, Simón Orozco, nació en Tenerife, en 1930, pero se radicó en Barranquilla, República de Colombia. Estudió en la Escuela Normal del Litoral Atlántico, donde obtuvo el título de Maestro. Más tarde ingresó al Colegio San José de Barranquilla, de donde salió con el título de Bachiller. Ingreso luego a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, en la cual obtuvo el titulo de Médico Cirujano con entrenamiento en Ginecología y Obstetricia. A esos estudios tenemos que agregarle cuatro años de Derecho en la Universidad del Atlántico. Simón ha hecho de su vida un torrente de acciones productivas. Entre esas acciones ha contribuido con su pluma, aportando un ramillete de versos, para que la epopeya ande por los caminos de América, como dijera Martí.Simón es uno de esos personajes que no sucumben. Siempre mantiene viva la llama resplandeciente del optimismo juvenil. Por eso cada día se empeña en buscar el siguiente paso en el desarrollo humano, hacia un nivel superior. En su brega diaria no escatima esfuerzo alguno para seguir avanzando. Por eso siempre lo encontramos inmerso en los predios del saber. Es un visitante asiduo de la Biblioteca Julio Hoenigsberg, donde repasa libros de ginecología, literatura, filosofía, y resuelve las ecuaciones lineales y demás problemas del Algebra de Baldor, en una intensa calistenia mental. De esa manera, realiza su ejercicio cerebral cotidiano, para mantener la lucidez. De ahí la extraña felicidad que emana de su atmósfera. Digo extraña felicidad, porque, en un país como el nuestro, transido de dolor, su alta espiritualidad transpira preocupación intelectual. Esto da a su personalidad un tono de misterio; de pensador insomne, que busca resolver los problemas del hombre colombiano, hoy atribulado por la corrupción y la quiebra de valores, epifenómenos de una estructura social, que ha hecho del ser humano un ser unidimensional, consumista y alienado.En medio de esas circunstancias, Simón Orozco tiene fe en la Utopía, tiene fe en el porvenir, y tiene fe en el avance de la ciencia y la tecnología, para el bienestar de la humanidad; pero por nada del mundo cambiaría su maquina de escribir, a la que todos los días le golpea las teclas en aras de tallar un verso o burilar un ensayo.
Su pensar urticante, en defensa de los perseguidos, también enriquece la lirica de la patria. Suyo es el poema sobre Débora Arango, en el cual expone un mensaje para el mundo, a través del elogio a la pintora colombiana, que abordó la crítica social y política de su país y de su época, denunciando la violencia de una sociedad pacata y llena de prejuicios ancestrales.Simón ha vivido 80 años, y ahora escribe, no sólo para cantar a la musa, sino para resistir 80 años más. Su poesía es de resistencia; de combate contra la injusticia y la inmoralidad. Nada distinto puede esperarse de un intelectual culto y fraterno, animado de un espíritu de libertad y de conciencia social, como es el doctor Simón Orozco. Hombres como este son el acicate y el ejemplo para las nuevas generaciones, que reciben el bienhechor influjo de tan distinguido caballero.
Hoy, la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg se complace en presentar su obra Cuentos infantiles para adultos y seniles. Este es un libro que posee atributos intrínsecos del arte lírico. En él sentimos los efluvios de la música, el pensamiento y las emociones. En otras palabras, en cada relato del libro de Simón, encontramos ritmo, cerebro y corazón. Con esto quiero decir que al abordar la lectura de esta obra, nos encontramos envueltos en la poesía.
El libro tiene Música
El título del libro es de por si diciente: Cuentos infantiles para adultos y seniles. Ese título, además de la musicalidad nimbada de rimas, contiene una idea que puede ser extraña para la opinión profana. Pero no es una idea absurda. Al contrario, es una  idea filosófica envuelta en  una figura de pensamiento,  que consiste en emplear expresiones o frases  aparentemente contradictorias, pero que en el fondo manifiestan una idea tan bella y tan solida, como la eternidad del mar.  La idea plasmada en el titulo del libro es, sencillamente, que lo infantil sirve para guiar a los adultos y aun a los seniles.   No al revés como piensa el profano. En un mundo de corrupción y de maldad, el niño es el ejemplo de virtudes.  Así lo dio a entender Jesús, cuando dijo a sus discípulos: "En verdad os digo, que si no os volvéis y hacéis semejantes a   los niños en la sencillez e inocencia, no entrareis en el reino de los cielos" (Mateo 18:3). Lo mismo sucede en el campo de la ciencia o de la creatividad artística. No podemos aportar algo útil, si no desatamos las energías y la libertad del niño que llevamos por dentro, actitud que nos conducirá inexorablemente a entrar al reino de los cielos, que en el plano de la intelectualidad es el reino de la creatividad y el descubrimiento.
  
El libro contiene pensamiento
Leer el libro, Cuentos infantiles para adultos y seniles, es penetrar en la dimensión física y espiritual de este mundo.

Simón nos conduce, con maestría, de lo concreto a lo abstracto. En ese sentido, de conceptos elementales, como el caballo, la espuela, la aguja, el botón, el dedal, el tigre, el ojal, la muñeca de trapo, o el campesino, Simón llega a conceptos superiores, filosóficos; como el diálogo, la ambición, la inmortalidad, el destino, el respeto a la naturaleza, el amor, la justicia, el odio y el perdón.
En las páginas del libro aflora la moral sin dogmas, vislumbrada a partir de la literatura. La poética del libro es moralizante. En ese sentido, sus historias fantásticas pueden ubicarse en el campo de la fábula, la cual es definida por el escritor, poeta y ensayista británico Samuel Johnson, de la siguiente manera: "Una fábula es, en su estado original, una narración en la que, con fines moralistas, unos seres irracionales, y a veces inanimados, actúan y hablan como si tuvieran intereses y pasiones humanas"[1] Eso es lo que acontece en el libro de Simón, en el cual, cada relato termina en una moraleja, que lleva en las esplendidas profundidades del poema, argumentos para transformar al hombre. Sus relatos dan sentido y validez a la vida. Allí se plantea un problema existencial. Los cuentos de Simón son representaciones simbólicas de experiencias decisivas del mundo de la vida, que desembocan en la esfera de la moral.



Los elementos de sus relatos son sencillos, y se hermanan con la aventura épica de Luis Carlos López, poeta cartagenero que supo volcar la poesía hacia lugares comunes, destacando motivos como el de los "zapatos viejos", que incomodaron a los acartonados poetas y críticos de la mitología lírica de su época, quienes lo tildaron de "simple versificador de chistes".
Simón Orozco, quien se ha puesto los arreos del trovador, correlaciona esos elementos y los articula, para formar artificios expresivos de orden estético, en su maravilloso vuelo poético hacia la inmortalidad.


El libro está henchido de emociones
Sobre este aspecto, propio de la poesía, que conmueve el ánimo, bástame registrar la siguiente anécdota: En el Parque Sagrado Corazón, de la ciudad de Barranquilla. Ese que queda al frente del Templo de la Razón, en un evento dedicado a la infancia, bajo un cielo azul decembrino y sobre una grama verde, leyó Simón Orozco: "El jinete y el caballo, las espuelas y el desmayo". La extraña quietud y el silencio hermoso de los niños fue el agua bautismal que recibió este cuento. Así mismo, la esplendorosa respuesta del público adulto, con un aplauso cerrado, puso a Simón al borde del vértigo emocional. La cosa se complicó aun más, cuando el público empezó a pedirle, en coro, que publicara el cuento. De ahí surgió el entusiasmo de Simón por publicar el libro. Era obvio. Si el cuento les gusto a los niños, pegó. Tiene calidad, porque en el mundo de la niñez no hay camarillas ni prejuicios. Hay sinceridad. Simón, a través de la literatura, entró en comunidad con los niños y triunfó.
He aquí unas estrofas del Jinete y el caballo, las espuelas y el desmayo.
Cuenta Simón, que al llegar a la pista el caballo, cansado de tantos ensayos, le dijo al jinete:

"Te juro, voy a esforzarme
para ganar tu carrera,
nadie lograra alcanzarme,
por favor no uses la espuela.

Y a pesar de la advertencia
de aquel caballo cansado,
el jinete sin conciencia
a la espuela iba confiado.

Quieres ganar sin tener
en cuenta mi petición,
y al cabo vas a perder
ahogado por la ambición.
***
Al final de la carrera
el premio se conquistó,
mas por culpa de la espuela
el buen caballo murió.

La moraleja es la siguiente:

Nunca te dejes cegar
por la mortal ambición,
que poco has de ganar
si es duro tu corazón.


Como se puede ver, estamos ante una escena macabra, que participa de la fealdad de la muerte violenta, y de la repulsión que la misma muerte puede causar. Sin embargo, el tema es bien tratado por el escritor. Simón sabe lo que tiene que decir y lo que tiene que omitir, para que el arte mantenga su esplendor y nos lleve a reflexionar.
En otra dimensión, el poema nos conduce a los abismos del dolor humano. El poema tiene un desgarro picaresco. Pero en el fondo representa el drama completo de la vida.
Queridos amigos: El caballo es el pueblo. El jinete y la espuela representan el poder. El ambicioso, prevalido con la espuela del poder, enviste a los súbditos en pro de sus mezquinos intereses. En la vida real, muchos ambiciosos, aquí y en cualquier parte del mundo, han forjado su riqueza cabalgando sobre el lomo manso de su pollino. Al final el caballo muere, pero recibe el beso de la gloria, coronando la victoria.
He ahí el verso como acto discursivo, en el cual sorprende el realismo que despliega la descripción del ajusticiado, que es el ambicioso, y el desenlace de la moralización, que se convertirá en fuerza material cuando encienda la conciencia popular. Aquí, como en los cuentos de hadas, el malvado siempre pierde, y eso educa a los niños, a los adultos y a los seniles.

Con este Iibro Simón Orozco pisa tierra firme. Sus cuentos trascienden la atmosfera de su época y se elevan por encima de tiempos y de geografías. Por eso son universales. Una obra no es universal, porque la conozcan en otros países, sino porque puede interesar a cualquier lector, por encima de las fronteras nacionales, lingüísticas o ideológicas. En este sentido, las posiciones filosóficas y morales que contiene el libro nos atañen a todos. Con este libro, de anchas consecuencias, Simón Orozco avanza, abriendo su alma hacia la eternidad,
Saludemos al nuevo libro que ha nacido, y alrededor de él y de nuestro amigo Simón, hagamos una fiesta.

(Publicado en El Misionero Nº 70. Barranquilla, junio de 2012)

[1] Citado por Bruno Bettelheim. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Editorial Grijalbo. México, D. F., 1988. p. 61.