viernes, 2 de octubre de 2009

LA SOCIEDAD HERMANOS DE LA CARIDAD, LUMEN DE LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA


EDITORIAL
EL MISIONERO. AÑO 18. No. 67. Barranquilla, septiembre de 2009

"Si das un pescado a un hombre, se alimentará una vez;
si le enseñas a pescar se alimentará toda su vida."
Kuan Tsu [1]

Cuando se habla de la Sociedad Hermanos de la Caridad, lo primero que aflora a la mente es la idea de una sociedad filantrópica, sin ánimo de lucro, que practica la caridad y la ayuda a los necesitados. Eso es verdad. Sin embargo, para esta noble institución, la idea de caridad difiere sustancialmente de la concepción que esgrimen y aplican otras instituciones de carácter altruista.

Nuestra “caridad”[2], que es la sincera efusión de la solidaridad, convierte en derecho lo que la caridad tradicional otorga como obra de misericordia. Por eso, para nosotros la caridad no es la limosna que alivia la situación de un día, para hacer quizá más angustioso el día siguiente… ¡No¡…, nuestra caridad es más densa, y su beneficio es para toda la vida. Nuestra caridad es, sin tanto rodeo, la educación que perfecciona al hombre, y que lo lleva a estadios más elevados de humanización.

Por eso nosotros buscamos enseñar al que no sabe, y al auxiliarle no le proporcionamos la limosna que exalta la vanidad de quien la da, humillando al mismo tiempo a quien la recibe, sino que le ayudamos con la parte que le corresponde como a nuestro hermano que carece de lo necesario; no lo degradamos con la limosna, sino que desenvolvemos en él el sentimiento de la dignidad, para que pueda erguirse mediante el trabajo y el estudio, y sea capaz de emprender la marcha por el sendero de la libertad; en otras palabras, nosotros lo que hacemos es formar para la patria hijos trabajadores, y para la asociación universal seres humanos instruidos en las distintas ramas de la ciencia, el arte y la cultura. Esa es nuestra “caridad”. Y ese es el camino que deberían seguir todas las instituciones caritativas y las de orden político administrativo. Estas últimas tienen, además, la obligación moral de manejar los recursos del Estado con pulcritud, justicia y equidad, para que cada ciudadano tenga, al menos, el mínimo de confort en el banquete de la vida.

Con ese ideario, la Sociedad Hermanos de la Caridad le brinda a la ciudad de Barranquilla los espacios para que las personas que no saben aprendan, y las que saben disfruten de la cultura y se fortalezcan espiritualmente. Con esa filosofía, se han editado obras de carácter científico, histórico y literario; se creó el Cementerio Universal, como bastión de la tolerancia y la libertad, donde yacen ilustres personalidades del arte, la ciencia y la cultura, que le dieron lustre a la ciudad de Barranquilla; se fundó la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg, dotada con buenos libros y artefactos de la moderna tecnología; la Semana Cultural de la Biblioteca; el Gran Recital Arte In Memoriam Día de los difuntos, hecho cultural que se realiza cada año para conmemorar a los que nos dieron el último adiós y se fueron para el Valle la Eternidad; la revista El MISIONERO, medio de divulgación de los procesos intelectuales que generan los miembros activos de la Sociedad Hermanos de la Caridad, al lado de distinguidos amigos y amigas, de los cuales siempre estamos acompañados, además de nuestras esposas y un público selecto, que se identifica con los valores culturales, y que está en capacidad de solazarse con las imágenes y los sentimientos que suscitan las verdades de la ciencia, del arte y el humanismo.

Por eso, al presentar esta nueva edición de EL MISIONERO, me atrevo a decir que las acciones de la Sociedad Hermanos de la Caridad, como propagadora de la educación y la cultura, constituyen batallas estelares en la lucha para conquistar la libertad y, por supuesto, alcanzar la “peligrosa igualdad”, utilizando la expresión del maestro en artes Gabriel Acuña, quien nos acompañó en la VI Semana Cultural de la Biblioteca Julio Hoenigsberg, en la tarea de remodelar el mundo, para hacer de él una sola fraternidad.

No hay duda de que la educación y la cultura nos transforman. Esa es la razón por la cual tenemos en alta estima a los investigadores, artistas y escritores, ya que ellos, además de ser trabajadores y estudiosos, son receptores de dádivas maravillosas, ofrecidas a un reducido número de elegidos, capaces de alcanzar la comprensión desinteresada del mundo. Es de anotar que la intelectualidad laica, surgida del portentoso avance de la ciencia y la tecnología, revela los significados más profundos del universo, y expresa, con sus elucubraciones, verdades de un orden superior, que no sólo sirven para observar el cosmos, analizarlo y comprenderlo, en toda la esencia de su complejidad, sino que valen también para exaltar al género humano y estimularlo a buscar un mundo mejor.
JOSÉ MORALES MANCHEGO

POST SCRIPTUM
Si tus planes son para un año, siembra trigo.
Si son para diez años, planta un árbol.
Si son para toda la vida, instruye al pueblo.
Sembrando trigo una vez, cosecharás una vez.
Plantando un árbol, cosecharás diez veces.
Instruyendo al pueblo, cosecharás toda la vida.
Kuan Tsu
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[1] Citado por: CÓRDOBA AGUILAR, Fulvio. La Glotodidáctica. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, 2004. P. 83.
[2] Véase: Liturgia del Grado XVIII. Supremo Consejo del Grado 33° para Colombia (Fundado en 1833). P 36.